Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. (1 Juan 3:14)
En ocasiones, la Biblia define al amor como la condición para la experiencia continua y final de la gracia venidera. Esto no significa que el amor debe preceder a la fe en la promesa. Al contrario, significa que la fe en la promesa debe ser tan real que el amor que produce prueba la realidad de la fe.
Entonces, el amor por otros es una condición para la gracia venidera en el sentido de que confirma que la condición primaria la fe es genuina. Podemos decir que el amor por los demás es una condición secundaria que confirma la autenticidad de la condición primaria, que es la fe.
La fe percibe la gloria de Dios en las promesas de gracia venidera y abraza todo lo que las promesas revelan acerca de lo que Dios es para nosotros en Jesús. Esta comprensión espiritual y el deleite en Dios son la evidencia auténtica de que Dios nos ha llamado a ser beneficiarios de su gracia. Esta evidencia nos liberta para apoyarnos en la promesa como si fuera nuestra. Y apoyarnos en las promesas nos da poder para amar, lo cual a su vez confirma que nuestra fe es real.
El mundo está desesperado por encontrar una fe que combine dos cosas: una comprensión asombrosa de Verdad divina inquebrantable y el poder completamente práctico, las 24 horas al día, para hacer una diferencia libertadora en la vida. Eso es lo que yo también quiero. Por eso es que soy cristiano.
Hay un gran Dios de gracia que magnifica su propia infinita autosuficiencia al cumplir promesas a personas indefensas que confían en él. Y hay un poder que viene de valorar a este Dios que no deja sin tocar ningún rincón de la vida. Nos da poder para amar de la manera más práctica posible.